Los niños sin hambre

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“No tengo hambre”, dicen frecuentemente los niños con tal de no dejar de jugar o ver televisión. O porque comieron demasiadas golosinas.

Es normal entre los pequeños que el hambre no aparezca muy frecuentemente, pero cuidado, porque si no se le atiende, todo se reflejará cuando el pediatra mida su crecimiento.

Es importante saber si el niño comer bien, para garantizarle un desarrollo físico normal, sin malos hábitos.

Síntomas

  • Come poca variedad y poca cantidad de alimentos: siempre quiere lo mismo, y apenas pipca la comida.
  • Rechaza nuevos alimentos: El niño sólo quiere alimentos dulces, y tiende a rechazar verduras y frutas, por ejemplo. Es común que los lácteos sean los únicos aceptados
  • Comen lentamente y en pausas. Todo les distrae, juegan con la comida, y se ponen a cantar o platicar para no comer.
  • Muestran desinterés en general por la comida.

Los motivos

Muchas madres consideran la falta de apetito como un mero capricho, pero no siempre lo es. A veces el niño sólo tiene otras  preferencias, pues es un ser humano, con sus propios gustos.

Se deben tomar en cuenta los siguientes aspectos:

  • Cambios en el apetito debido al crecimiento.
  • Sensibilidad extrema a la comida, sobre todo a sabores fuertes, texturas extrañas, sabores desagradables.
  • Rechazo a los colores. Cambia el  color de los alimentos por unos más alegres. Quizá ayude.
  • Los olores fuertes o nuevos, pueden causar rechazo
  • Si los padres tienen malos hábitos los niños los van a imitar. Si el niño ve que un padre se alimenta mal o es caprichoso a la hora de comer, el pequeño hará lo mismo.
  • Los castigos o premios por comer es un mal manejo del problema. Halaga al niño cuando coma bien, pero no le  de premios materiales por hacerlo.
  • No está de mal comentarlo con el pediatra, porque pude tener problemas para masticar y tragar, un retraso en el desarrollo de la dentición, o capacidad gástrica limitada.

Soluciones

Como en todo, el niño está aprendiendo, y a veces es necesario un reaprendizaje en su educación nutricional o alimentaria, para que adquiera hábitos alimenticios correctos para toda la ida.

Los padres deben poner  el ejemplo: comer sentados, juntos y tranquilos, consumir todo tipo de alimentos. El reaprendizaje debe ser paulatino.

Educar al niño “malcomedor” requiere mucha perseverancia y paciencia y puede resultar en un largo proceso que se consolide tras pequeños logros mantenidos.

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