Síndrome de Alienación Parental: la crisis post-divorcio

*¿Cómo educar niños sanos con la familia rota?

Cuando una pareja decide formar una familia, piensa que será así toda la vida. Sin embargo al momento de una ruptura, los hijos quedan de por medio. Esto es lo que orilla a muchas parejas a seguir juntas, pues consideran que es la manera en que los hijos no se verán afectados. Nada más erróneo.

Aunque pequeños, los niños reconocen cuando una relación afronta un problema, y la mejor vía es la separación inmediata de ambos padres. Si bien no hay que confundir esto con tirar la toalla, la separación debe ser lo más rápida posible cuando sea imposible salvarla. El problema principal es cuando la pareja que una vez juró amor eterno terminan odiándose, y quedan los hijos de por medio, lo que puede provocar el Síndrome de Alienación Parental.

“Tu padre es malo” es lo que un niño puede llegar a pensar de uno de sus progenitores como consecuencia del Síndrome de Alienación Parental, una vez que estos se han separado o se encuentran en pleno proceso y empiezan a tirar piedras o basura contra el tejado del otro.

Muchos padres no piensan en lo dañina que puede resultar la actitud que asumen. Es como que si solo pensaran en ellos, en su malestar, olvidándose de que los niños se encuentran en una etapa muy sensible en la que absorben todo y en la que las experiencias negativas pueden dejarles huellas capaces de marcar su futuro.

En el momento en el que uno de los progenitores le dice al niño: “Tu padre es muy malo”, por ejemplo, se estará cultivando el Síndrome de Alienación Parental. En consecuencia, el niño desconfiará de su padre, se comportará injustamente con él e incluso lo despreciará. Cuando, en realidad, su padre no le ha hecho nada malo.

El Síndrome de Alienación Parental puede hacer que cualquier niño se haga inseguro, desconfiado y que, especialmente, pierda todo el respeto por sus padres.

También, puede hacerlo susceptible a las opiniones de los demás, por las que tenderá a dejarse llevar. Esto debido a la baja autoestima que se le ha de propiciar con una experiencia tan dañina como la referida, en plena infancia.

Por ello, es necesario evitar los comportamientos que dan lugar a este síndrome. Al evitar estos comportamientos, se estaría evitando también heridas que podrían marcar el futuro del niño. Algunos de estos comportamientos son:

  • Hablar mal del otro progenitor en presencia de los niños.
  • Intentar manipular al niño para que se sienta mal por desear ver al otro progenitor.
  • Aceptar y aplaudir cualquier palabra o actitud que vaya en contra del otro progenitor.
  • Hablar de la separación sin entrar en detalles.

En estos casos, es fundamental no utilizar a los niños para sentir apoyo o para ser cruel con el otro progenitor. Los niños no tienen la culpa de nada, además que hacer esto no habla bien de quien lo hace. Hay que ser honestos y sinceros con los más pequeños para formar adultos de bien.

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