La principal causa de la impotencia masculina en la edad avanzada, es la angustia.
Sí, muchos hombres se preocupan tanto por no tener un rendimiento adecuado, que terminan por no lograr ni siquiera la erección, y lo van dejando para después, o para nunca.
En realidad, la vida sexual no se acaba con la edad. Eso sí, los que analizan estos temas, advierten que si quiere una vida sexual sana a los 80 años, debe tenerla muy activa desde lo 20.
El proceso de envejecimiento es normal, que algunos órganos ya no funcionan igual. Pero esto no significa que haya enfermedades, y por tanto, no debe exister decremento en la vida sexual del hombre.
Autores como Kaplan y Sadock, nos dicen que el 70% de los hombres y el 20% de las mujeres continúan siendo sexualmente activos a partir de los 60 años. Aunque se ven limitados por la ausencia de pareja y por el estado de salud.
Masters y Johnson, también estudiosos del tema, señalan que la actividad sexual disminuye con el envejecimiento, pero no termina, y que la manera más eficaz para mantener la actividad sexual en la vejez es practicar el sexo con frecuencia durante la juventud y en la madurez.
Encuestas realizadas en Estados Unidos arrojan que el 55% de las personas entre 65 y 69 años se mantienen sexualmente activas, y el porcentaje baja a 13 por ciento entre los mayores de 85. La frecuencia varía, y va de 2.5 veces al mes para gente mayor de 65, hasta las 7,1 veces al mes de la población entre 18 y 65 años.
Los años redicen los niveles de la hormona testosterona en el hombre, y el efecto más notorio se da en la erección. Se vuelve menos rígida y duradera, y se alarga el periodo refractario, es decir el tiempo transcurrido entre una erección y la siguiente.
El orgasmo sigue igual, aunque disminuye la cantidad de semen.
El proceso no debe afectar, pero muchos hombres lo ven como una angustiosa falta de virilidad, que termina muchas veces afectando a la pareja, si no hay suficiente información y comunicación.
Sólo en un pequeño porcentaje de hombres, se produce el llamado “climaterio masculino”. Se caracteriza por cansancio, falta de apetito, disminución del deseo sexual, menoscabo o pérdida de potencia, irritabilidad y dificultad de concentración.
El caso de la mujer
En la mujer, es distinto. Cómo no necesita erecciones, puede tener sexo a toda edad.
Sin embargo, en la realidad no es así. Después de los cincuenta viene la menopausia, el ciclo menstrual cesa, los ovarios disminuyen su actividad y descienden los niveles de hormonas como los estrógenos y la progesterona. El deseo sexual continua así como la obtención de placer y orgasmos con el clítoris como órgano sexual central.
Las paredes vaginales pierden elasticidad y lubricación, por lo que el coito se vuelve, en ocasiones, menos agradable. El 48% de las mujeres menopáusicas en Estados Unidos perdieron interés sexual, pero en el 20 % de los casos, aumentó.
Todo esto implica que la edad no es impedimento para el sexo. En todo caso, es la ansiedad la que provoca trastornos en la función sexual. El miedo del hombre a fallar en el acto sexual se une a la falsa idea de que la potencia sexual a una edad avanzada se reduce.
En la mujer el temor se traduciría en que su cuerpo no guste a su compañero y en no satisfacerle durante las relaciones sexuales.
Una educación adecuada sobre los aspectos normales del envejecimiento sexual y el reconocimiento de que el sexo no es exclusivo de los jóvenes, son fundamentales para la comprensión y actividad del sexo en edades avanzadas.
Lo importante es mantener una buena salud, y recordar que el principal órgano sexual, sigue siendo el cerebro.