Estamos viviendo tiempos de grandes cambios y nuestras emociones lo saben. La limitación de la movilidad, el estrés, el aislamiento, el cambio en nuestros hábitos cotidianos, la falta de sueño, el distanciamiento con nuestros seres queridos, perder a familiares y amigos por causa de la pandemia o estar enfermos, alteran nuestro mundo emocional y también la manera en que funciona nuestro sistema inmune, comentó el Dr. Gustavo Aguilar Velázquez, inmunólogo, profesor titular de la materia de Inmunología Facultad de Medicina, U.N.A.M
Está demostrado que emociones como la angustia y la tristeza afectan el sistema inmune especialmente en lo que se refiere a la primera línea de defensa contra los virus y contra las células que se han malignizado y especialmente se ve más afectado el sistema de defensas cuando estas sensaciones se prolongan por mucho tiempo.
En un primer momento de estrés, el sistema inmune es capaz de aumentar su respuesta y defendernos mejor, pero ante un estrés crónico o prolongado, termina agotándose y bajando la guardia ante cualquier enfermedad respiratoria lo que nos pone más vulnerables para contraerlas.
Las precauciones para reducir el riesgo de contraer la COVID-19, los resfriados, y la gripe incluyen: Evitar el contacto cercano con cualquier persona fuera de tu casa, lavarse las manos con frecuencia con agua y jabón por lo menos por 20 segundos, usar un desinfectante para manos, evitar los espacios interiores en donde haya mucha gente, cubrirse la boca y la nariz con el codo al toser o estornudar, evitar tocarse los ojos, nariz y boca.
Tomar medidas preventivas puede ayudarnos a estar sanos y reducir el riesgo de contraer la COVID-19, la influenza o el resfriado común, finalizaron los especialistas.