El Sol es vida, cierto, pero exponerse mucho a él, es envejecimiento prematuro seguro.
Esas arrugas que de repente llegan para no irse jamás, son muy normales cuando el tiempo pasa. La piel envejece sin darnos cuenta, y se acelera con factores como estrés, alto consumo de alcohol, pocas horas de sueño, mala alimentación, tabaco, y la radiación solar.
Este último es uno de los factores que más inciden en el envejecimiento de la pie.
Se le conoce como fotoenvejecimiento, y se debe a que la energía solar llega a la superficie en forma de radiaciones de diferentes longitudes de onda (RUVA, RUVB, luz visible y luz infrarroja), y con distintos efectos sobre la naturaleza y sus seres vivos.
En el humano, la luz solar afecta los sistema naturales de protección, pues neutraliza las enzimas defensoras, disminuye la concentración de tocoferol y glutatión en la piel, y daña el ADN. Aparte provoca “celulas quemadas” que indican un daño irreparable del ADN.
El agujero en la capa de ozono ha hecho más intensa la penetración de los rayos solares y comienza a filtrarse la radiación más dañina.
Los efectos son notables, pues a simple vista se aprecian:
Enrojecimiento de la piel
Pigmentación (manchas, efélides, lentigos)
Discromía
Piel color amarillo grisáceo
Resequedad
Descamación
Telangiectasias
Engrosamiento de la piel
Arrugas
Deshidratación.
Cómo previene el cuerpo
El organismo posee algunas sustancias que lo protegen, y ayudan a prevenir el efecto dañino de la radiación solar, pero no siempre es suficiente para evitar que la piel pierda su capacidad de adaptación al sol. Esto depende del tiempo, la dosis y la calidad de radiación solar que recibe la piel, por lo que se recomienda utilizar bloqueadores solares y el uso de sombrillas, sombreros.
En el mercado existen diferentes clases de antisolares, usted puede consultar con su dermatólogo el más adecuado para su edad o tipo de piel.